jueves, 25 de noviembre de 2010

Miedo 01

… De pequeño añoraba viajar en avión. Lo vivía como quien se sube por primera vez a una rueda mecánica o se enfrente cara a cara con un elefante, aunque este no se llame Manyula… En fin, entonces, sin importar los puestos otorgados en los boletos, siempre solicitaba al pasajero de turno el derecho de estar al lado de la ventana y ver como alzaba el vuelo aquel armatoste…

… Pero hoy por hoy, admito que no me gusta viajar por avión…


… Admito que desde un viaje accidentado entre Chicago, Estados Unidos, y Winnipeg, Canadá, me empezó a dar miedito… Pero, apartando este incidente, más que miedo se trata de que me estresa viajar por avión...

... Me estresa tener que llegar dos horas a una puerta de embarque… No puedo, siempre llego tarde sino es que medio borracho -o totalmente borracho y tarde-, por eso de que el miedo a volar se puede combatir con un buen ron y que las despedidas entre amigos, aunque sean viajes de cinco días o de tres semanas, siempre son tan amenas...

… Y como es cuestión de admitir, también padezco del olvido o, al menos, de la sensación de él… Me olvido que no tengo que subir a un avión con encendedores, tan básicos en manos de fumadores que no deberían serlo... Reviso una y otra vez que llevo el pasaporte a la mano, el número o código de reserva del boleto electrónico… Y por eso de los miedos, también olvido que tengo que apagar todos los aparatos electrónicos, incluyendo el reproductor de música que suena a todo volumen para no escuchar las turbinas del avión justo en el momento del despegue…

… Pero si es por estresarme... Me estresa entrar a Estados Unidos… Me estresa porque en mi limitado inglés me cuesta explicarme... Y hacerse el chistoso en un idioma extraño, más allá de hacer ridículo, puede caer poco en gracia y ganarse un viaje a una habitación reservada frente a un agente aduanal, uno de esos de la TSA… Y más, el interrogatorio porque uno viene de un país en el que un montón de compatriotas sueña con el famoso “the american dreem”.

- ¿A qué viene a Estados Unidos?
- A trabajar…
- ¿Tiene intensiones de quedarse a vivir en Estados Unidos?
- No… La verdad, no
- ¿Cuándo fue la última vez que ingreso a Estados Unidos?
- Si me deja ver el pasaporte, le digo… Es que padezco del mal del olvido… o por lo menos -¿cómo putas se dirá “sensación del olvido” en inglés?-… En fin, un día de estos… creo…

… Y, la verdad, aunque sea por mi seguridad, me estresan las bolsitas de plástico con monedas, con medicinas, con productos de limpieza con medidas específicas… Y el control de seguridad que te obliga a botar la botella de agua recién comprada para luego comprar otra, siempre más cara, en la zona de seguridad… Y el tener que quitarme los zapatos, sacar la laptop y el celular… Y el botar el encendedor, porque adentro, en la mayoría de aeropuertos de Estados Unidos, hay zonas de fumadores y eso de que alguien te pase la colilla del cigarro babeada para encender el tuyo, a menos que sea un amigo, no es de mi agrado… Y la grabación que te recuerda que no puedes dejar tu equipaje por ahí porque se vería sospechoso, porque vos podrías ser sospechoso de algo… Y la palabra “sospechoso” en tierras donde tienen otros miedos más grandes a los aviones siempre da lugar a pensar cosas malas…

… Pero igual me aguanto… Primero, porque son sus reglas y su normas; segundo, porque ellos no pidieron que viniera a su país… Tercero, porque, con miedo o sin él, tengo que subirme a ese armatoste para poder llegar a casa...

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